lunes, 9 de mayo de 2011

Entrevista al ensayista Ernesto Juan Castellanos, autor del libro Los Beatles en Cuba.

                Bar Submarino Amarillo dedicado a The Beatles en La Habana, antiguo Club Atelier.


                            Barra del bar decorada con portadas de discos del grupo.

Por Ivette Fernández Sosa
Muchos identifican al escritor cubano Ernesto Juan Castellanos con sus obras sobre la influencia de Los Beatles en Cuba, pero lo cierto es que su interés abarca a toda la buena música que nace o llega a la nación caribeña.
Su casa está llena de evocaciones del cuarteto de Liverpool y su memoria también. Sin embargo, sus esfuerzos se dirigen hacia todo ángulo que resulte interesante en el ámbito sonoro.
Investigador apasionado, periodista empírico y cineasta aficionado, Ernesto Juan es autor de los libros Los Beatles en Cuba: Un Viaje mágico y misterioso, El sargento Pimienta vino a Cuba en un submarino amarillo, La guerra se acaba -si tú quieres y John Lennon en La Habana con una pequeña ayuda de mis amigos.
Nacido en 1963 en La Habana, todavía sigue encontrando motivos para dar de qué hablar. Es por eso que en la actualidad comparte su tiempo entre un libro que recoge todo lo relacionado con el Concierto Paz sin Fronteras acontecido en la capital cubana, el 20 de septiembre de 2009, y un documental sobre el trigésimo aniversario de la visita de insignes músicos estadounidenses al país antillano.
P: ¿Cómo nació la afición por la escritura? ¿Cuándo nace su interés específico por la música?
R: Soy graduado de Lenguas Extranjeras en Inglés, en el Instituto Pablo Lafargue (ISPLE) desde el año 1985. La afinidad con el periodismo es puramente vocacional.
En el año 1996 organicé el Primer Coloquio sobre la Trascendencia de Los Beatles en Cuba junto con el escritor Francisco López Sacha. A partir de ahí empecé a escribir. Antes nunca había escrito otra cosa que no fueran las composiciones que mandaban en la escuela. Fue así como entré en el mundo de la literatura. Al terminar el Coloquio hice el primer libro sobre Los Beatles en Cuba. Después estuve vinculado con diversas cuestiones del evento durante cuatro años. Luego estuve en Reino Unido y, al regresar, hice una crónica del viaje. Lo mismo aquí que allá había entrevistado a gente y personas vinculadas al mundo de Los Beatles: el fotógrafo, el biógrafo, Los Quarrymen, que fue el grupo que formó John Lennon antes de llamarse Beatles… Gracias a esta vinculación con la literatura también sentí la necesidad de cubrir alguna noticia, entonces a través del mundo literario se inicia mi relación con el periodismo.
El interés por la música nació desde mucho antes. Cuando era muy chiquito mis hermanos traían a la casa las placas de Los Beatles, rock británico, americano… Desde pequeño tuve como trasfondo ese mundo musical, sobre todo el de la música rock. Aprendí inglés precisamente para entender las canciones que me gustaban y que ponían en la radio. La música también me sirvió para otros fines. Comencé a practicar métodos de enseñanza del inglés con canciones de Los Beatles. Las primeras etapas con canciones sencillas, después algunas más complicadas y más tarde otras con un significado poético muy alto.
P: La música en inglés, también la de Los Beatles, tuvo una época de silenciamiento en Cuba. ¿Cree que hubiera sido diferente si nunca se hubieran dado estas circunstancias?
R: He llegado a la conclusión, con mis propias investigaciones, que la música que aquí se censuró era, precisamente, la misma que se usaba en Estados Unidos y el Reino Unido para criticar el sistema capitalista. Esto sucedió porque se creía que era un arma del imperialismo yanqui para desvirtuar la ideología de la juventud comunista. Los Beatles, John Lennon, todos los músicos censurados en Cuba, tenían como enemigos los mismos enemigos de la Revolución. Lennon, y eso se supo muchos años después, sufrió una persecución feroz a partir del año 1971 cuando comenzó a vivir en Estados Unidos. Porque lejos de unirse a la vanguardia musical de los EE.UU., él se unió a la vanguardia política, a los movimientos de izquierda. Eso llevó a la INS (Servicio de Inmigración y Naturalización), a la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y al FBI (Buró Federal de Investigaciones) a abrirle expedientes para deportarlo de Estados Unidos por razones políticas. Mientras él sufría esa persecución, en Cuba no se podía escuchar.
Si los censores cubanos hubieran querido escuchar bien el mensaje de la música rock, de la música estadounidense y británica, habrían notado que pudimos haber utilizado a esos músicos como plataforma política para combatir lo mismo que se estaba tratando de combatir en Estados Unidos. Si Los Beatles hubieran podido venir a Cuba en los años 70, o un grupo como The Doors o Jimmy Hendrix, nosotros hubiéramos ganado muchísimo políticamente.
En Cuba, y de manera tonta, también estaban sufriendo persecución los que llevaban el pelo largo. Esto no era más que la imitación de los rebeldes cubanos que bajaron de la Sierra Maestra con collares. Se trataba de la imitación de los íconos políticos revolucionarios cubanos y aquí no se entendió eso. Se creyó que las melenas eran un síntoma de diversionismo ideológico, al igual que escuchar música estadounidense.
Es verdad que hubo muchas emisoras en aquellos momentos que transmitían mensajes contrarrevolucionarios, mensajes en los cuales se incitaba a los cubanos a que pusieran bombas y quemaran centros de trabajo. Yo viví eso porque escuché mucha música americana, incluidas emisoras prohibidas en Cuba. Sí, había emisoras de Miami que enviaban mensajes subliminales contra la Revolución Cubana.
Pero en Cuba no se supo deslindar qué era lo bueno y qué era lo malo, simplemente todo grupo que cantara canciones en inglés, aunque fuera sueco, americano, japonés o británico era mal visto.
De haber sido todo diferente, nosotros hubiéramos cambiado cultural y políticamente hace mucho tiempo. Lo que pasa es que hubo gente que estaba encasillada y encerrada en un dogma tonto. Hubiera sido avance, pero no de ahora, sino desde los años 60. Estoy seguro que a Cuba hubiera venido John Lennon, pero esa apertura no sucedió hasta mucho tiempo después.
P: ¿Qué motivos pudieron originar esa coyuntura? ¿Hubo una disposición escrita sobre el asunto?
R: Los años 60 fue la época, y yo lo comprendo, en que se trató de proteger los valores nacionalistas. Cuando en 1959 triunfó la Revolución, aquí casi todo era farándula estadounidense. Casi no había cine cubano. No había una buena representación de música cubana aquí, prácticamente toda la buena música se tocaba en el extranjero. Cuando triunfa la Revolución, se trató de proteger a ésta políticamente y después, en materia cultural. Se trataba de conservar los valores culturales: que no salga ni entre nada. Lo que pasó en Cuba fue un autobloqueo. Era una Revolución joven, no había una experiencia anterior de dirección de un país y se cometieron errores que el propio Fidel reconoció el día de la inauguración de la escultura de Lennon.
Pero la música en inglés no estuvo prohibida en todos los medios cubanos. En Nocturno, por ejemplo, en el año 1966, se empezaron a poner canciones en inglés. Hubo emisoras que radiaron mucha música en inglés, no así la televisión. El propio diario Juventud Rebelde, a finales de la década del ‘60, y muy marcadamente en el 69, ponían casi a diario una sección que incluía una o dos líneas sobre Los Beatles, sobre las canciones de algunos grupos británicos y americanos en las listas de éxitos. Esa columna la hacía el periodista Pedro Herrera (Gabriel) en el órgano de la Juventud Comunista. Sin embargo, en las secundarias y el preuniversitario, estaba prohibido hablar de eso. Era un fenómeno muy anárquico, al respecto no había una línea rectora.
P: ¿Cómo nace la idea de hacer un libro sobre el Concierto Paz sin Fronteras?
R: La idea del libro surgió mientras miraba el concierto desde una de las tarimas de la prensa extranjera. Vi la reacción del público y fue tan abrumador, que durante muchos minutos estuve totalmente erizado con las lágrimas a punto de salir. Fue realmente impresionante la reacción del público cubano. Había más de un millón de personas bajo un sol abrasador viendo un concierto que tuvo tremendo valor.
El Concierto Paz sin Fronteras puso sobre el tapete cuestiones políticas muy importantes que era necesario que se supieran, sobre todo la reacción de una parte del exilio cubano. Es increíble todo lo que sucedió en Miami alrededor de Paz sin Fronteras solamente por el hecho de que Juanes quería hacer un intercambio cultural con Cuba y venir junto con otros artistas. Y fue cierto que desde EE.UU. hubo presiones y chantajes. Ricky Martin, Enrique Iglesias, Paulina Rubio, Ricardo Montaner y Luis Fonsi, que inicialmente dijeron que iban a venir, luego se negaron porque tenían mucha presión política de la gente que controla los medios en Miami.
El libro se llama Paz sin fronteras en La Habana. ¿Concierto o desconcierto? Porque en realidad fue un concierto, pero para muchos fue un desconcierto, muchos creyeron que serían un gran fracaso y resultó ser un conciertazo increíble.
Es un libro que aborda toda la polémica que existió en Miami a raíz de las intenciones de Juanes de hacer un concierto en Cuba con Silvio Rodríguez y Amaury Pérez y en la Plaza de la Revolución. A partir de ahí, Miami se convirtió en un estado de guerra. El llamado exilio histórico, los que se fueron en los primeros años de la Revolución, estuvo en contra de que Juanes cantara en Cuba como han estado en contra de que exista cualquier tipo de relación entre Cuba y los Estados Unidos. Lo que pasó en Miami a causa de Paz sin Fronteras no tuvo que ver con Juanes o con la música, fue una política anticubana para que no exista nunca ningún tipo de intercambio entre los dos países.
Hubo dos organizaciones, Bendixen & Associates y Cuba Study Group, que siguieron el estado de opinión de la gente por grupos etarios y se demostró, al final, que la mayoría de la gente del exilio cubano estaba a favor de que se diera el concierto. No así algunos grupos del llamado exilio histórico que nunca estuvieron de acuerdo con el evento y nunca lo estarán.
Por esos días estuvo en Cuba el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, y se manifestó a favor del concierto y de los intercambios culturales con Cuba. Esto abrió la posibilidad a que eventos similares vuelvan a suceder.
La idea inicial era sacar un folleto. Pero es que detrás del evento hubo tanto que ya voy por 350 páginas y aún no llego al día del concierto. En el libro analizo la historia del exilio cubano. No puedo hablar solo sobre lo que pasó sino que debo ir atrás, a la historia de Cuba. También debí averiguar sobre el terrorismo miamense, de las bombas y asesinatos que idea la mafia. Una de las críticas que se le hizo al concierto fue que participaran Amaury Pérez y Silvio Rodríguez con el pretexto de que ellos habían firmado una carta en la que pedían el fusilamiento de tres jóvenes que a mano armada habían secuestrado una lancha de pasajeros para irse del país, poniendo en riesgo la vida de las cincuenta personas que iban a bordo. Eso me lleva a indagar sobre los secuestros de medios de transporte que ha habido en Cuba.
Yo incluyo la polémica carta en el libro. En 2003 sucedieron 2 secuestros de aviones, otro intento en la Isla de la Juventud, el secuestro de esa lancha, la detención de 75 disidentes, sucedieron muchas cosas. El propio Fidel dijo en la televisión que “había que cortar radicalmente aquella ola de secuestros estimulados desde los Estados Unidos y aplicar sin vacilación alguna las sentencias impuestas por los tribunales y ratificadas por el Consejo de Estado a los secuestradores de la nave Baraguá”. Entonces varios intelectuales y artistas de fama internacional como Ana Belén, Víctor Manuel y otros, escribieron una carta que decía que en Cuba se estaban tomando medidas drásticas. Cuba, entonces, signa una carta que se llamó A los amigos que están lejos explicando el por qué de las medidas. Está firmada por Alicia Alonso, Cintio Vitier y otras muchas personalidades. Esa misiva circuló después del fusilamiento de los jóvenes. En ningún momento fue una carta en la que se pedía esa medida sino un llamado a los intelectuales del mundo a no dejarse engatusar por la campaña mediática que se formó alrededor del asunto.
P: ¿Y sobre qué trata el documental que está realizando?
R: En el momento del concierto estaba bastante atareado haciéndole arreglos al guión y la edición de un documental mío que se llama Havana Jam ‘79. Es sobre un evento, casi desapercibido, que aconteció en La Habana en 1979 en el que participaron Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Fania All Stars, Weather Report y otros renombrados artistas estadounidenses. Fue totalmente por invitación, las entradas estaban en manos de las organizaciones políticas, de algunas escuelas de Arte y de mucho personal dirigido. Por la parte cubana estuvo Chucho Valdés con Irakere, Aragón, Sara González, Pancho Amat con Manguaré, Elena Burke, Pacho Alonso y los Papines. Hubo una gran representación cubana y una gran representación estadounidense. Aquello pasó sin penas ni glorias, en la prensa nacional apenas se mencionó. Y, 30 años después, decidí hacer un documental. El propio Chucho Valdés me dice que desde el punto de vista jazzístico fue el evento musical más importante que ese haya hecho en Cuba.
P: Hay quienes piensan que es mejor no sangrar por la herida vieja. ¿Por qué Ernesto Juan insiste en indagar en el pasado?
R: No estudié periodismo, pero me di cuenta cuando empecé a hacerlo y que era lo que me gustaba hacer. También es importante que el cubano sepa cosas que no han sido públicas. Investigando sobre un fenómeno cultural me siento en la necesidad de escribir parte de esa historia. Yo escribo porque tengo la necesidad de hacerlo. Toda mi vida la ocupa ahora el libro y de vez en cuando el documental. Llevo semanas sin salir, escribiendo. No tiene nada que ver con revanchismo o revisionismo. Me interesa contar lo que no se ha contado o lo que se ha hecho de manera muy ligera. En 1977, a Cuba vino un crucero con figuras importantísimas del Jazz como Dizzy Gillespie, Stan Getz, Maynard Ferguson y otros, y de eso aquí no se enteró nadie. Lo mismo sucedió luego con el Havana Jam y con otro evento musical en 1999, el Music Bridges, al que vinieron figuras como Peter Frampton, Gladys Knight, Bonnie Raitt y muchísimos otros músicos británicos y estadounidenses, que fueron eventos con público dirigido, por invitación, al igual que el juego de béisbol de los Orioles de Baltimore contra la selección nacional cubana.
Se debe refrescar un poco la visión hacia los fenómenos culturales y hacia ciertos fenómenos políticos. Ya va siendo hora de cambiar la mirada de mucha gente. Se ha demostrado que al cabo de 50 años hay cosas que no funcionan, pero hay ciertas políticas que se mantienen retrógradas, con miedo a traicionar principios éticos, políticos, estéticos de los primeros años de la Revolución. La Revolución desde que comenzó tuvo objetivos que ha ido cumpliendo. La propia Revolución tiene que reevaluar lo que ha hecho, lo que ha logrado y lo que debe lograr, y para eso hay cosas que deben ser cambiadas. Hay tendencias y lineamientos que deben ser reevaluados, pero por nosotros los cubanos, desde adentro, sin presiones ni condicionamientos externos, que solo le harían bien al propio pueblo cubano.

0 comentarios:

Publicar un comentario