sábado, 12 de noviembre de 2011

Concierto Barroco



De plata los delgados cuchillos, los finos tenedores; de plata los platos
donde un árbol de plata labrada en la concavidad de sus platas recogía el
jugo de los asados; de plata los platos fruteros, de tres bandejas redondas,
coronadas por una granada de plata; de plata los jarros de vino amartillados
por los trabajadores de la plata; de plata los platos pescaderos con su pargo
de plata hinchado sobre un entrelazamiento de algas; de plata los saleros, de
plata los cascanueces, de plata los cubiletes, de plata las cucharillas con
adorno de iniciales... Y todo esto se iba llevando quedamente,
acompasadamente, cuidando de que la plata no topara con la plata, hacia
las sordas penumbras de cajas de madera, de huacales en espera, de cofres
con fuertes cerrojos, bajo la vigilancia del Amo que, de bata, sólo hacía sonar
la plata, de cuando en cuando, al orinar magistralmente, con chorro certero,
abundoso y percutiente, en una bacinilla de plata, cuyo fondo se ornaba de
un malicioso ojo de plata, pronto cegado por una espuma que de tanto
reflejar la plata acababa por parecer plateada...

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